A bote pronto, esto es lo que se me ocurre.

¿Cómo seguimos?

| sábado, 27 de febrero de 2010

Esto es una serie:

1, 2, 6, 42, 1806, ___ ???

¿Alguien sabe que número sigue?

Las cosas claras

| domingo, 14 de febrero de 2010
El primer capítulo del libro se puede descargar aquí
¿Se puede ser ecologista y a la vez pro-nuclear?
Pienso que sí. Es más, creo que se debe ser las dos cosas.

Pero mejor nos lo explica el físico Juan José Gómez Cadenas en este vídeo de presentación de su libro El ecologista nuclear.



A renglón seguido leemos un artículo de Victor Amela en La Vanguardia, a modo de entrevista con el autor del citado libro:

VÍCTOR-M. AMELA – 15/05/2009: En La Contra de La Vanguardia

Tengo 48 años. Soy de Cartagena y vivo en Valencia. Soy catedrático de Física Atómica y Nuclear y busco la materia oscura del universo en el laboratorio subterráneo de Canfranc. Estoy casado y tengo dos hijos, de 8 y 4 años. Voto a Rosa Díez y no tengo creencias religiosas

¿Qué busca bajo tierra en Canfranc?

Materia oscura.

¿Qué es eso?

Partículas pesadas e inertes que no interactúan con la materia. Para lograr detectar su rastro, debemos aislarnos de las demás partículas del entorno.

¿Un laboratorio subterráneo?

Y blindado con plomo de anclas romanas.

¿He oído “anclas romanas”?

El plomo de las anclas romanas es muy inerte, no irradia: ¡ha estado más de dos mil años bajo el agua, protegido de radiaciones!

¿Qué radiaciones?

Las cósmicas y las de la propia Tierra. La Tierra es radiactiva: ¡el núcleo terrestre es un reactor nuclear! Y de ahí el calor que emite.

¿Debo temer al núcleo de la Tierra?

¡No! Y tampoco debería temer a los resíduos de las centrales nucleares.

Perdone, pero sí dan miedo.

Bien aislados en plomo y cemento, ¡sólo emiten calor! Calor durante 150 años. Si fuésemos inteligentes, aprovecharíamos ese calor para calentar agua: ¡tendríamos calefacción gratis para toda una ciudad!

¿En serio?

La idea es de James Lovelock, padre del ecologismo: “Soy un verde, pero antes soy científico”, dice Lovelock. Es mi mismo caso.

Usted es físico nuclear… ¿y ecologista?

Soy un ecologista nuclear. ¡No hay mejor modo de ser ecologista que ser nuclear! La energía nuclear es la única que puede proveernos de toda la electricidad que necesitamos sin costes medioambientales. No puedes ser un ecologista eficaz sin ser nuclear.

¿Alude a Greenpeace?

Condenan la energía nuclear por prejuicio, aunque uno de sus fundadores, Patrick Moore, hoy ya la defiende. Y ha tenido que irse de Greenpeace: ha fundado Greenspirit.

Pero una central nuclear contamina…

¡Lo único que emite una central nuclear es vapor de agua! Te contaminas más si fumas un cigarrillo en la puerta de una nuclear.

Hasta que haya una fuga radiactiva.

Los actuales sistemas de seguridad, moderados por agua, hacen inviable cualquier fuga. Antes de eso, la central se detendría sola.

Pues Ascó falla.

¡Falla la turbina! No el reactor.

¿No ha oído hablar de Chernobil?

Producía plutonio para bombas, y por eso no tenía techo de hormigón armado: ¡para extraer rápido barras del reactor! Una barbaridad: por eso saltó. Ninguna nuclear para electricidad, blindadas, explosionará.

¿Seguro?

Seguro. Mire, vivimos en la histeria nuclear: hay accidentes aéreos y nadie pide prohibir los aviones. ¡Y una central nuclear es más segura que un avión!

Más segura será una central térmica.

¡Falso! Una central térmica emite partículas de elementos pesados: ¡suelta a la atmósfera más radiactividad que una nuclear!

Nunca había oído eso.

Las térmicas queman carbón y gas: cargan el aire de contaminación que agrava asmas y patologías respiratorias, genera lluvias ácidas dañinas para la vegetación… Y, encima, liberan a la atmósfera toneladas de CO2.

Lo del efecto invernadero ¿es grave?

Si no frenamos las emisiones de CO2, se alterarán los ciclos climáticos, que comprometerán las cosechas: habrá hambrunas.

¿Y si sustituimos las centrales térmicas por parques eólicos?

Dos problemas: la gente se opondrá a tantos y tantos molinos; y son intermitentes.

¿Por qué “tantos y tantos”?

Una central nuclear daría electricidad a una comunidad autónoma entera. Para obtener esa misma energía necesitaríamos 2.000 aerogeneradores, a 500 metros uno del otro: una formación de Barcelona a Sevilla. ¡Y multiplicada por diecisiete comunidades!

¿Por qué dice que son intermitentes?

Lo son las energías renovables como la eólica y la fotovoltaica: ¡el viento deja de soplar, el sol se pone! Y para que la producción sea continua, se hace algo que nadie explica…

¿Qué se hace?

Se instalan pequeñas centrales térmicas junto al parque eólico o solar, y cuando se pone el sol o cesa el viento…: “¡Dale al gas, Pepe!”. Y, así, ¡seguimos contaminando! Y, además, dependiendo del gas de Argelia.

¿Los parques solares tampoco son una solución con garantías, pues?

No, ¡pero investiguemos más para mejorarlos! La energía termosolar (unos espejos envían rayos solares a una torre para calentar agua) sí es eficaz a pequeña escala.

Moderemos nuestro consumo energético…, y no hará falta tanta electricidad.

Aunque nosotros dejásemos hoy de gastar tanto –que deberíamos-, si el resto de la humanidad alcanza nuestra cota –que lo hará-, ¡el consumo global de electricidad será espeluznante!

¿Y?

Que si la producen mayoritariamente centrales térmicas ¡provocará en la atmósfera una concentración de CO2 insostenible!

¿Su conclusión contempla que sólo las nucleares evitarían este suicidio global?

Sí, integradas en lo que denomino mix eléctrico: presas hidroeléctricas + parques eólicos y termosolares + centrales nucleares. Si invertimos ahora en este mix, en veinte años los españoles seremos soberanos energéticamente. ¿Cree usted que lo haremos?

No.

Entonces, ¡a temblar!

Antes de esta charla yo me tenía –como la mayoría– por ecologista aproximativo. Pero ahora entiendo que si queremos seguir chupando vatios para nosotros y nuestros hijos, sólo nos quedan dos salidas: la inconsecuente (autoengañarnos persistiendo en un ecologismo naif) y la consecuente (asumir un ecologismo nuclear). Veo que, para poder seguir consumiendo toda la electricidad que queremos sin emporcar más el aire del planeta, nos conviene invertir en el mix eléctrico que este sabio del ramo propone en El ecologista nuclear (Espasa), obra estimulante, provocadora y difícilmente refutable. Demuestra, encima, que el mar nos ofrece reservas de uranio casi ilimitadas y sin coste.

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